miércoles, 13 de marzo de 2013

POESÍA. "Artemón, el diablo", de José Antonio Ramírez Lozano (Nogales, Badajoz, 1950)

José Antonio Ramírez Lozano


ARTEMÓN, EL DIABLO

Artemón  es la usura de la luz, sin embargo
su rendija es la lumbre del renglón en que escribo
las palabras atroces que no atreven mis labios.

Siento con él su cabra patearme los sueños,
recorrer los rastrojos de todos mis tejados.
Su cabra Montesina con la esquila de plomo
que ahuyenta en las callejas el ánima mezquina
de los suicidas ebrios que acuden con sus tarros
de vidrio a la botica por el bicarbonato.

Él es quien me procura los pétalos de azufre
que quemo en la indulgencia venial de mis manos.
Él es quien me asoma al ojo terrible del embudo
por el que miro el mundo, por el que escucho el largo
sermón de sus miserias, el clamor de sus turbas,
la oscura letanía de sus acantilados.

Príncipe del hollín, tú que coges mi mano
cuando escribo y me mojas la pluma en esta tinta
oscura con que enhebra la sombra el garabato
que ovilla el mundo, tiéntame, no me dejes caer
en la rancia virtud de los tibios de espíritu.

Llévame a lo más alto del templo y muéstrame
la vida del revés, lo que nunca los hombres
contemplaron, el don de poseerlo todo
con sólo la palabra. Tú que atento, al oído,
de niño me advertías que la belleza estaba
siempre en la tentación, jamás en el pecado.

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